domingo, 26 de abril de 2009

Señor de Qoillor Ritty.


Las noches son frías en el Sinakara. La temperatura puede descender a más de 5º centígrados bajo cero, y las bolsas de dormir no parecen impedir que el poco calor de nuestro cuerpo se marche con cada exhalación. Las noches son frías y largas pero no parecen serlo para los danzantes y pablitos que, desde que se oculta el sol, van subiendo por naciones a las nieves del Sinakara, a realizar sus rituales secretos.Mucho se ha dicho acerca de esta misteriosa sociedad que conforman los pablitos andinos. Se cuenta que los ritos de iniciación son duros, allá entre las nieves; que los elegidos deben tener un temple de acero. Su actitud durante toda la fiesta es severa: son los policías del lugar; los que deben de velar por que todo ocurra en orden. Y son los encargados de traer el agua bendita del nevado para los peregrinos.La mañana siguiente los pablitos bajan del Sinakara con los trozos de hielo sobre sus espaldas. Para entonces ya han llegado a la hoyada de los Q'eros, esa hermética comunidad de las alturas de Paucartambo, ajena a todo contacto con la civilización occidental. Sus ritos incluyen un saludo al Cristo del santuario, pero se centran en rendir honores a los apus, sus divinidades. Para ellos la celebración recién comienza.A media mañana se da inicio a la misa de bendición de los fieles. Los alrededores del santuario de piedra están abarrotados de gente; el mercado de "alasitas" está en su cenit. Las alasitas son pequeños objetos, como juguetes, que representan carros, viviendas, dinero, matrimonios, títulos, todo aquello susceptible de ser pedido en deseo al Señor de Qoillor Ritty. El párroco las bendice y los fieles confían en que su anhelo será cumplido por la deidad puntualmente.La misa termina. Ya las tiendas han sido desarmadas y los pequeños esperan a sus padres para emprender el regreso. Las naciones de Paucartambo y Quispicanchi llevarán en procesión la imagen del Señor de Tayankani hasta su templo durante el resto del día y la noche siguiente. En Yanacancha presenciarán la salida del sol y continuarán hasta Ocongate, donde se llevará a cabo la "guerrilla" entre qollas y chunchos. Allí terminará la fiesta, el jueves del Corpus Christi.Los turistas desarman sus carpas e inician el retorno a Mahuayani. Los peregrinos ven partir casi como un alivio. Con inusual rapidez la fiesta adquiere cada vez más ribetes de feria, cada año se producen nuevas invasiones de citadinos y cada vez más construcciones se alzan junto al santuario. Por eso es probable que los verdaderos depositarios del culto se marchen. Más allá de las montañas de Paucartambo, hacia los parajes más inaccesibles, donde no lleguen los extraños y sus agresivas cámaras fotográficas. Hacia allá es posible que se traslade el santuario y será entonces cuando el Señor de Qoillor Ritty les pertenezca sólo a ellos, a los campesinos y pastores de las alturas cusqueñas, siempre en dócil convivencia con los apus, los milenarios dioses que aún gobiernan estas tierras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario